El uso de máquinas y herramientas eléctricas a batería se extiende también en el campo

El uso de máquinas y herramientas eléctricas a batería se extiende también en el campo

El proceso de electrificación se ve ya imparable y se extiende a todas las actividades de la vida, tanto profesionales como domésticas. También alcanza de pleno a tareas agrícolas, especialmente en lo que respecta a la poda de toda clase de cultivos permanentes (cítricos, viñas, almendros, olivos, frutales de verano, etcétera), sustituyendo a buen ritmo los aparatos de acción manual o con pequeños motores de explosión.

Los constantes avances técnicos en esta materia permiten disponer hoy de herramientas y pequeñas máquinas manuales impulsadas por motores eléctricos muy manejables, sin hilos y alimentados con baterías recargables. Son instrumentos que compiten con ventaja con los clásicos que se venían utilizando de forma general hasta ahora, por lo que el proceso de cambio de motorización camina deprisa, aparcando a los clásicos motores de gasolina. Incluso se avanza aquí más deprisa que en el caso de los coches eléctricos, puesto que, a diferencia con la automoción, no se plantean en esto limitaciones de precios, autonomía o tiempos de recarga.

Así como se ha ido extendiendo en otros sectores la utilización de taladros, sierras, radiales y otras herramientas a batería, permitiendo a los operarios mayor comodidad y eficacia en sus actuaciones, iguales pautas se vienen extendiendo ahora en tareas agrícolas, trasladando las mismas tecnologías a pequeñas motosierras y tijeras de poda, atadoras de hortalizas, etc.

Las motosierras eléctricas tienen autonomía para toda la jornada, a menor coste y sin contaminar

Superados los iniciales obstáculos de autonomía y economía, agricultores y jardineros comprueban con facilidad las ventajas que obtienen con el cambio. Si se trata de tijeras, frente a las manuales, disponer de unas eléctricas implica rapidez de uso y mayor capacidad de corte con menor esfuerzo. Llegan a cortar fácilmente ramas de diámetros superiores a 40 milímetros y su peso apenas es algo mayor que unas clásicas de acción manual, cuando su estudiada distribución equilibrada permite una utilización muy cómoda, con larga duración de las baterías.

Normalmente los equipos llevan dos o tres baterías de litio, lo que garantiza suficiente energía para una jornada de trabajo, y en caso de necesitarse alguna más se adquiere otra pila más por poco coste. Lo habitual es que se carguen de noche para asegurar plena disponibilidad durante el tiempo de trabajo diurno.

Para ramas más gruesas se imponen los serruchos o motosierras eléctricas, igualmente equipadas con varias pilas de litio que garantizan la suficiente carga para toda la jornada. Sus ventajas adicionales son: menor peso que las de gasolina; ausencia de complicaciones por bujías, encendido, carburador…; sin vibraciones, ni ruido estridente, ni contaminación por humos; versatilidad y facilidad de mantenimiento; menor gasto por la economía de la electricidad frente a la gasolina con mezcla de aceite, limpieza…

Alfonso Sanz, de la firma valenciana Grupo Sanz, ha explicado a LAS PROVINCIAS que este segmento lidera en estos momentos la actividad de su empresa, especializada en fabricar y distribuir todo tipo de máquinas y herramientas de poda y tratamientos fitosanitarios (Kamikaze y Pulmic). Lo habitual es que cuando realizan presentaciones prácticas entre agricultores, «todos se ven enseguida sorprendidos por las ventajas de las máquinas eléctricas y deciden cambiar; por eso se están extendiendo con rapidez en vid, cítricos, almendros…, además de que unos se lo muestran a otros y se van convenciendo todos deprisa. El cambio es ya imparable».

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